Fogones

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Fogón en una casa tradicional de Tarifa.

En la primera mitad del siglo pasado era habitual que las casas no tuvieran cocinas. Para cocinar se instalaban en los patios de vecinos rudimentarios fogones aprovechando recovecos del edificio, pasillos o rincones de los patios. [1]

Composición

Estas precarias cocinas se componían de un poyete macizo, en cuyo interior se dejaba un hueco para colocar el carbón; este hueco se comunicaba con la parte superior del poyete mediante una rejilla de hierro en donde se colocaría la olla para recibir el calor de las brasas. En Tarifa el combustible utilizado para los fogones era el carbón vegetal, que se introducía en el hueco del poyete; este carbón era confeccionado en nuestros campos por los carboneros, con arbustos, principalmente lentisco, o con restos de las podas de los árboles de nuestros montes.

Funcionamiento

La tarea de cocinar era de cierta complejidad. Para encender el fuego se necesitaba un buen rato, hasta que los trozos de carbón prendían; a veces se solía echar un poco de cisco que avivara la combustión. Los pucheros y los guisos se realizaban con muchas horas de cocción, de modo que el fuego se encendía para el desayuno y permanecía ardiendo hasta terminado el almuerzo. No se apagaba del todo y se dejaba dormido para calentar el café de la merienda y a continuación dejar planteada la cena.

Referencias

  1. Revista "Puerta de Jerez" nº 52. "Los Fogones" por Mariluz Muñoz Ruiz